Stories (ES)

Abel Barreto

Fragmentos de tiempo, sonoridad y arte. (Fragmento)

Por Sachie Hernández

(…) Ese desplazamiento de la atención de Abel Barreto hacia el universo sonoro, expresado muchas veces como silencio, me hizo revisitar a Jonh Cage, quien no solo experimentó con la música, sus silencios y ruidos, sino que entendió el sonido como una entidad dependiente del tiempo. Dicho de otra manera: sus silencios, ruidos y sonidos, en general, eran música en tanto estaban acotados, extendidos o agotados en una unidad de tiempo.

Vuelvo entonces a la relación que Barreto había sostenido entre el tiempo y los planos sonoros. Aunque se trata ahora aquí, en esta parte del texto, de establecer posibles conexiones o influencias en lo que respecta al uso del silencio o de otros sonidos y ruidos como parte de un universo sonoro comunicante, me permito una digresión, no solo para contrastar las operaciones e investigaciones de ambos artistas, salvando las diferencias de todo tipo, sino para insistir en la continuidad absoluta que existe entre las diferentes series de la obra de Abel Barreto.

Cage, altera la noción que se tenía de la música introduciendo el uso del silencio en determinados espacios de tiempo. Busca en su música un desorden lógico. Barreto, busca cierto desorden del tiempo a través de soportes y recursos sonoros. Cage llega a trabajar con el tiempo a partir de sus experimentaciones sonoras y Abel llega al silencio y a su universo sonoro a partir de sus búsquedas con el tiempo.

No sé si de manera consciente o inconsciente, o de ninguna de estas maneras, Abel tiene a Cage como referente, no lo hemos conversado; pero lo cierto es que ha encontrado desde la relación entre las variantes sonoras mencionadas y sus objetos, instalaciones y esculturas,  una manera efectiva de comunicarse sencillamente con el público.

Que un metro cúbico de altoparlantes sea anunciado como un metro cúbico de silencio se agradece en medio de un mundo, también, sonoramente contaminado, pero podría sonar a chiste, por la función misma que le reconocemos al altoparlante como amplificador casi vulgar y aturdidor de arengas populares, avisos públicos, discursos, movilizaciones políticas y de masas, entre otros. Sin embargo, si esos altoparlantes están hechos, de puliuretano – material que absorbe ruidos y sonidos- nos damos cuenta que la propuesta no es un ejercicio de manipulación burda. No llegamos al silencio por una operación arbitraria del artista con los altoparlantes, sino a través de la anulación de sus funciones mediante un proceso de estetización que preserva sus significaciones o connotaciones simbólicas. Todos, por lo menos en la Cuba de estos tiempos, podríamos entender perfectamente que sería importante que desde los altoparlantes se haga un poco de silencio. La saturación de discursos, arengas y avisos provoca cansancio y un vaciamiento de los contenidos trasmitidos.

Siguiendo la misma lógica factural impecable de Metro Cúbico de Silencio, 2008; Salto, 2008 resulta una pieza a mi juicio más poética. Lo que vemos es justamente un salto de agua, pero  lo que vemos no es lo que pensamos. Aquí también los altoparlantes han sido despojados de sus funciones, aunque no quedan mudos. Soportan la caída del agua, amplifican de algún modo su sonido (…).

El proyecto de obra Nube es una instalación de altoparlantes de vidrio azulado fundidos, que conforman una estructura variable e indefinida. Se suspenderá en el aire. A juzgar por el boceto, la pieza será preciosa y no es casual. Creo que en este caso, Barreto está sinceramente tratando de separar al objeto no solo de sus funciones, sino también de sus significados, está apostando por una mayor distracción visual. No puedo sin embargo evitar pensar, que esta estetización total del altoparlante pudiera estar connotando no ya un cuestionamiento al discurso, sino la desilusión o indiferencia total frente a ese discurso. El discurso ya no importa, ni tampoco los usos tradicionales  que le concedíamos al altoparlante, queda el objeto y con sus formas basta.

Las cuatro piezas antes comentadas, en resumen, son del tipo de obra donde el universo sonoro y sus referentes simbólicos se muestran como soporte para aludir o evocar otras zonas temáticas. Existen además otro conjunto de piezas, también resultado de las tentativas de Barreto con las bocinas -algunas fueron las primeras-,  donde ese universo sonoro se  presenta como un fin en sí mismo o como una construcción de ambientes. Son los casos de Secreto, 2003, S/T (almohadas-bocinas, 2006), e Implosión, 2009. En todas ellas se establece una relación inmediata entre el objeto y el contenido de la obra, reforzada por títulos que no son imprescindibles, pero que complementan sutilmente la propuesta (…).

(…) La unidad entre sus pinturas, esculturas, instalaciones y objetos no es solo en materia de entendimiento, priman la sobriedad y el cuidado de la forma. Es tan buen pintor o dibujante como escultor o instalacionista. Su obra vista de conjunto es un sistema, donde un tema sugiere otro, casi en su punto de agotamiento; y donde de un medio de expresión se va a otro con sensibilidad contemporánea. La discreción de sus trabajos es parte de su actitud ante la creación, la pedagogía y la vida misma. No trasiega con ideas, él las sufre e investiga. Nada de soberbias, Barreto no quiere explicar demasiado, pero necesita incitar, dejar pensando a sus espectadores.

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