Stories (ES)

Adriana Arronte

Placebo

Por Yamel Pérez Tosco

La artista cubana Adriana Arronte, nos propone con esta serie Efectos secundarios además de una continuación de los principales criterios conceptuales que han dirigido su obra, un nuevo cuestionamiento de orden estético. El conjunto de doce fotografías y un video, ilustran una investigación sobre las formas de generar nuevos contenidos al someterse a arbitrariedades e imágenes que conforman nuestra cotidianidad.

Adriana selecciona objetos de uso común, interviene sobre ellos, subvirtiendo su función principal para provocar un extrañamiento, un distanciamiento ante nuestra percepción. En exposiciones anteriores acometió sus exploraciones estéticas sobre tazas de té o copas de vino, apartándolas de una producción industrial seriada e infinita para transformarlas en objetos manufacturados, únicos e irrepetibles. Sin embargo esta relación tan ambigua entre producción industrial y creación artística no es la única ni la principal idea articuladora de su discurso plástico. Como artista desplaza su interés a los límites que están confinados los objetos desde su diseño, transformándolos para dificultar el uso de los mismos por parte del público asistente a sus exposiciones. Según sus propias palabras “desea romper la lógica de un sistema para lograr otro análisis”.

En la muestra presente, el objeto seleccionado es el medicamento producido por la industria farmacéutica. Sus fotografías recogen el momento cuando con multiplicidad de píldoras de diferentes formas, colores y tamaños se constituyeron imágenes, asumiendo la posición de un simple punto de color pero cargadas de significado. Tanto en las composiciones abstractas construidas, como en los íconos extraídos de la publicidad o las reproducciones de obras paradigmáticas de la pintura occidental, las píldoras asumirán un rol muy diferente para el cual fueron concebidas y su impacto en las formas que diseña también será ineludible. Su obra no pretende reflejar un uso o abuso personal de los medicamentos, sino un indicador de comportamientos sociales marcados por la estimulación del deseo y la imposibilidad real de darles plena satisfacción.

Placebo, según el diccionario enciclopédico es un término médico para designar una “sustancia, que careciendo de acción terapéutica, produce efectos curativos en el enfermo, si este la recibe convencido de su eficacia”. De forma simbólica asociamos un placebo con la autosugestión y el poder curativo de la ilusión. Para Adriana los objetos utilizados en su obra, al igual que el cuerpo humano, funcionan como un contenedor. Las imágenes son portadoras de sentido, de determinados significados contenidos en ellas y su huella sobre nuestra conciencia puede cumplir funciones análogas a las de un medicamento ilusorio.

En Efectos secundarios la interacción del público con la obra también estará marcada por el signo de la dificultad, pero a diferencia de momentos anteriores, esta vez el consumo será establecido metafóricamente. Si en otros momentos logró hacer ingresar determinado contenido a los participantes por vía oral, además, esta vez lo hace únicamente de manera visual. El objeto deseado, la píldora, solo aparecerá como un simple píxel dentro de la imagen, formando parte de otras representaciones, dotando de sentido, enrareciendo, cada fragmento de la imagen.

La artista crea contrastes visuales o táctiles en imágenes que nos remiten al poder del diseño para ilustrar o estimular contradicciones como al combinar en una misma imagen los comprimidos y las confituras. Caramelos y píldoras construyen imágenes de identidad disímil y a la vez ambas poseen un diseño mínimo y neutral. Nivela y manipula los recursos efectistas de la publicidad con logros de la cultura pictórica, cuestionando la legitimidad de la formación de nuestro imaginario por la fuerza de la reproducción infinita. Cierta arbitrariedad en las proporciones deforma y a un mismo tiempo refuerza nuestro recuerdo de determinada iconografía. Sus mosaicos de píldoras logran remitirnos a la fuerte dependencia que experimentamos ante las imágenes, señalándolas como el principal vehículo para estimular los anhelos personales y quizás crear frustraciones sociales. Al no utilizar directamente los medicamentos sino representándolos a través de las fotografías refuerza lo ilusorio de su intervención. Pero esta intención iconoclasta se funde con cierta vocación hedonista en un resultado final de desasosiego.

Adriana Arronte no sólo interroga constantemente acerca del contenido de los objetos que nos rodean, también intenta descifrar el orden que los define. Su video que parte de las estadísticas médicas para formar fractales en movimiento, habla de la existencia intrínseca de modelos matemáticos para sostener un orden oculto en todos los aspectos de la vida, ilustrando las presiones que nos condicionan.

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