Stories (ES)

Emilio Nicolás Sánchez

Cosas que pasan

Por Lizet Fraga Mena

Para algunos artistas, el contacto directo con ciertas producciones del arte contemporáneo puede generar un impacto catalizador de nuevas experimentaciones creativas. Cuando en el año 2011 Emilio Nicolás Sánchez viajó a Alemania no imaginaba que sería directamente “tocado” por los pintores expresionistas de comienzos del siglo XX.

Y es que ese movimiento cultural, que se expandió a numerosas manifestaciones que trascendieron la plástica, ha sido uno de los más recurridos desde la pasada centuria, toda vez que su propio desarrollo ideo-estético y formal se encuentra profundamente relacionado con los valores en crisis de la sociedad moderna. De forma tal, que las iniciales y diversas actitudes expresadas en artistas que formaron parte de “El Puente” o “El Jinete Azul”, trascendieron a los informalistas americanos de los 60´s y a otros tantos que se acogieron a la libertad expresiva que les ofrecía esta nueva manera de pintar.

En su paso de la figuración al expresionismo abstracto Emilio ha ido progresivamente despojándose de la paleta neutral que reiteraba en series anteriores como “Los milagros no existen”. Las piezas que suceden a ésta incorporan un color atrevido y contaminado que llega a ser, por atisbos, agresivo. Así, se instituye en el medio pictórico predominante, en la vía para reflejar estados anímicos, sentimientos, contrastes interiores.

Su intencionalidad de utilizarlo como recurso de oposición queda explicitada en “Quiero ser feliz”. En esta obra, el rojo vibrante contrasta con la apreciable amargura de un personaje que, desde su deformación y solución pictórica a través de una pincelada inacabada y nerviosa, muestra una visible soledad e incomunicación desde la que pugna por su felicidad.

Como en el resto de las piezas que componen esta nueva etapa pictórica, el cuadro ha sido recompuesto una y otra vez, capa sobre capa, en las que la gestualidad desenfadada y las áreas resueltas con trazos sueltos y dispersos o el empleo de la técnica de chorreado, generan la sensación de obra inconclusa sobre la cual el artista pudiera en algún momento volver a accionar.

Este recurso que también nos remite al Bad Painting, provoca una tensión visual y una cierta inquietud interior en tanto se pierde totalmente la composición realista y tradicional y se sugiere, de trasfondo, el contorno de algunas figuras que no resultan para nada reconocibles. Contraste que se acrecienta ante la personalidad calmada y reflexiva del autor.

El empleo de los títulos como parte del cuerpo de la obra conduce, de algún modo la lectura de la misma, pero también constituye un recurso adicional al ofrecer este grafismo una incuestionable manifestación de libertad, de desdeño hacia el soporte pictórico que es sobrescrito con la palabra de igual modo que con el acrílico. Adicionalmente, estos títulos sugieren problemáticas de corte intimista y atañen a preocupaciones del propio artista en su relación con los mecanismos comerciales y las estructuras artísticas tales son los casos de “La fama ciega” y “ ¿Quién me compra?”, obras que formarán parte de la próxima edición de la Bienal de La Habana.

Obviamente, el camino es aún de búsqueda de una identidad formal dentro de los elementos generales del expresionismo, de un acomodo a las intenciones y las necesidades de ruptura con una visualidad anterior que el artista confiesa en estos momentos agotada. Se trata del reencuentro con la historia del arte y sus mejores hijos, de esas cosas que pasan, afortunadamente, para quedarse.