Stories (ES)

Ernesto Domecq

Un objeto perturbador

Por Magaly Espinosa

Acercarme a la obra de Ernesto Domecq, artista graduado de la Academia de San Alejandro, me permitió conocer las piezas que integran su exposición Defensa civil, entre las cuales llamó especialmente mi atención, una obra que consiste en un dibujo de 400 x 70 cm, sobre el que estuvo trabajando 14 meses.

Días después le comenté al también artista Glauber Ballestero sobre la laboriosidad de dicha pieza y la manera ingeniosa de presentar el contenido, y me señaló: “Hoy en día, pocos creadores le dedican tanto tiempo a la elaboración de una pieza, generalmente se crean obras rápidas que les permitan participar en exposiciones, eventos o bienales, y los lleven al éxito, pero así se puede perder el rumbo al sacrificar la calidad de la obra, olvidando que es ella la que permanece”.

La permanencia es dictada por muchos factores propios del mundo del arte, de los códigos valorativos reinantes o de la mirada instruida del crítico que debe velar porque los juicios participen de la conciencia crítica, la calcen, y con ello se orienten esos códigos en beneficio de la creación artística, y no de eventos que anuncian de manera pomposa nuevas tendencias, estilos o corrientes, propias más del invento de los intereses de legitimación, que de la real naturaleza del proceso creativo del arte.

En el contexto del arte cubano, algunos de los creadores de más experiencia y con poéticas definidas, han encaminado sus pasos escudriñando opciones con diferentes variantes en cuanto a “acercar un arte a la vida” que mire hacia los objetos. Estos son activados desde acciones constructivas, ejercicios de apropiación, vínculos intertextuales, o interpretaciones analíticas, a través de las cuales podremos conocer de la lógica de los procesos y cómo ellos se expresan por medio de ingeniosas soluciones formales.

¿Qué caminos puede tomar entonces la relación entre objetos si ella implica a la subjetividad? Michel Foucault señala en “Las palabras y las cosas” que el pensamiento moderno está atravesado por la ley de pensar lo impensado. Esta frase es tan poderosa, que por si sola patentiza el importante lugar que ocupa este libro, en cuanto a entender las relaciones entre lo que enunciamos y lo que son las cosas bajo sus apariencias. Gran parte de la creación contemporánea ha hecho posible una visualidad que descompone lo real penetrando sus estructuras internas, los comportamientos o los lazos entre las partes de un todo, en cualquiera de sus conexiones. ¿Cómo pensar sobre objetos reconstruidos, que adquieren otros significados, metaforizando sus esencias y sus apariencias?

Los dibujos son impecables, virtuosos, pero habiendo dejado de ser un valor absoluto el virtuosismo, es un camino que lo ayuda a subordinar la función utilitaria que identifica los objetos, a la estética, algo tan propio del mundo del arte. Dos objetos diferentes se funden, guían al espectador hacia un sentido evocado dada la fusión de ambos, pero sin que sea real una posible utilidad funcional. El carácter de utilidad que desempeñan en la vida cotidiana es subordinado a la armonía estética que se consigue con su ensamblaje, al nuevo significado que adquieren desde esa fusión, los objetos no cambian o desaparecen con esa fusión, ellos transforman su función desde su misma apariencia.

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