Stories (ES)

Ernesto García

La obsesión de un artista

Por Ruslán Torres Leyva

La obsesión de Ernesto García ha sido, desde el principio, su pintura. Sabe que es un artista que ha llegado a la conversación de la pintura cuando esta ya se había iniciado, no le importa, disfruta ese reto. Más que crear nuevas formas prefiere el deseo de interpretar la realidad desde una relación ética, modesta en su hacer pero profundamente afectiva. Cada vínculo que crea es esencialmente un vínculo de afectividad multicolor pero también, muchas veces se muestra desde una afectividad negra: la afectividad inconforme. Se ha trazado el camino más difícil: el camino de la sinceridad y del conocimiento, el camino del saber pictórico.

No le interesa la pintura como lenguaje sino la pintura como idea, no la pintura desde el acercamiento crítico de la tradición sino la pintura como el acto sincero de vivir la acción de pintar: la acción de pigmentar desde sus experiencias y los espacios afectivos de estas experiencia. Su casa, San Alejandro y ahora el ISA son intervenidos a través de su idea vivencial de la pintura.

El valor fundamental de su trabajo es precisamente la duda, el constante cuestionamiento. Nos propone una pintura interrogante: una pintura llena de preguntas, una pintura que le pregunta a la pintura. Son constantes interrogantes viscerales a través del propio acto de pintar. Ernesto pone todo su empeño para decirnos que no está interesado en las respuestas (las de él o la de los otros), solo le interesan las preguntas que va construyendo mientras vive intensamente la honestidad de su pintura. Muchas veces prefiere el silencio, un silencio que obviamente también nos pregunta.

Ernesto García no es un artista de estos tiempos: sufre su propia obsesión.

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