Magazine 32 (ES), Stories (ES)

Alejandro Taquechel

La hoz y el martillo: historias en rojo

Por Yenny Hernández Valdés

¡Cuán conmovedor es revisitar la historia y la memoria desde la experiencia actual! ¡Cuán revelador e interesante se torna esa experiencia cuando advertimos y participamos de la memoria rescatada en clave estética; cuando formamos parte del testamento nostálgico de lo que fue y lo que quedó! Precisamente en esa línea se mueve una buena parte de la obra de Alejandro Taquechel, quien complementa su operatoria artística con una alta dosis de documentalista y sociólogo. Resulta, diría yo, un demiurgo que explora, encuentra, colecta y documenta el relato que lo conmueve. Ese que se le presenta cual serendipia oportuna durante sus períodos de artista viajero por diversos lares del mundo.

En 2015 comenzó la investigación de un proyecto que cobró cuerpo estético a partir de un viaje que realizó en 2016 por diferentes países de Europa del Este. The Red Stone Project es una mega propuesta fotográfica aun activa para el artista, que va conformando con imágenes reflexivas en las que se advierten lecturas tangenciales con su pasado personal/histórico. Resulta esta una suerte de metonimia visual y conceptual con la que Taquechel rescata una memoria residual sobre un pasado soviético, y lo que queda de él, en el presente inmediato. Propone así la estructuración de posibles paralelismos melancólicos entre el ayer y el hoy. Cada imagen que devela a su paso deviene en una suerte de flashazo al pasado soviético, al rescate desde los predios fotográficos de una visualidad, una ideología, una cultura y un modo de vida que marcó no solo en el este de Europa sino también –y de qué manera- en Cuba, una isla que aun hoy vive al calor de un tiempo pretérito y caducado. 

Y recurro a la metonimia desde su propio concepto literario para referirme a The Red Stone Project en tanto no solo potencia el contenido visual de estas obras sino también porque se desdobla una reflexión en torno a la visceral relación que se establece entre quien relata y lo relatado, entre la experiencia actual y la residual, matizada por una nostalgia única para quienes vivieron ese período de supuesto esplendor, bañado de un rojo esperanzador tanto en proyecto social como en realidad futura.

Sabe Taquechel que la imagen comparte ese doble escrutinio del artista y del espectador, y de esta forma registra en su andar iconos de una cultura social que se ubican a medio camino entre lo personal y lo colectivo. De ahí la representación de esculturas y monumentos a líderes y obreros soviéticos, de estructuras megalíticas al estilo arquitectónico propio de la región, de grafitis que promueven una ideología en franca armonía tipográfica y cromática con uno de los productos más consumidos a nivel mundial: la Coca-Cola… Su propio recorrido dinamiza la representación de la imagen resultante. El encuentro es un instante único en el que el artista no altera, cambia o manipula la imagen encontrada; solamente jerarquiza compositivamente lo que le interesa, y luego se debate en la vacilante decisión del recurso monocromático y dramático del blanco y negro o de la expresividad visual y sensorial del color. 

Con este proyecto fotográfico, de evidente matiz sociológico e histórico, Alejandro Taquechel articula un irreductible relato crítico y reflexivo. Sus imágenes remiten a la memoria y a la añoranza desde el momento actual. Provocan así sensaciones y recuerdos; y buscan reconstruir la experiencia vivida a partir de la imagen-lugar que vive el artista.

Justamente de ese andar por territorio euro-soviético y con ese halo nostálgico que transversaliza y desprende The Red Stone Project, en 2019 Taquechel registró un cúmulo de imágenes de la ciudad de Prípyat y de las instalaciones de Chernóbil, tan vibrantes y conmovedoras en la misma proporción en que fue lo que allí sucedió en 1986.

No es el suceso en sí mismo el interés final de su paso por Prípyat y por Chernóbil lo que le motiva, una vez más en su postura de artista-narrador viajero. Más bien lo mueve atrapar en instantáneas la huella que quedó luego del desastre, el campo residual en que se convirtió dicho lugar y registrarlo como experiencia trascendente. Es por ello que no aparecen en estas piezas vestigios de vida humana, de cotidianidad cambiante, de ciclos vitales dinámicos. El artista nos hace partícipes aquí de espacios abatidos, de zonas víctimas de la contaminación, de objetos vetustos por la radioactividad y el paso del tiempo. Estamos ante un registro fotográfico que oprime el pecho al verlo, sobre todo por la fuerte carga testimonial y experiencial que comporta. Y vuelvo sobre la metonimia como recurso operacional notable en estas imágenes. Ellas se convierten en el testamento de la calamidad, en la transmisión simbólica de la hecatombe, en un metarrelato de nostalgia universal capaz de conmover a cualquiera en cualquier parte del mundo.

Sin dudas, lo que su cámara captura es su experiencia personal-colectiva en zonas de conflictos sociales e históricos. Y es que Alejandro Taquechel no permanece en la zona de confort si de creación artística hablamos. Su engagement con el arte toca zonas sensibles de nuestra contemporaneidad en abierto diálogo y transversalidad con el pasado, con la memoria y con la historia.

Alejandro Taquechel
Alejandro Taquechel
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