Stories (ES)

Aluan Argüelles

Con plena voluntad de ejecutantes

Por Hamlet Fernández

En la bóveda J12 de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, una valla publicitaria intentaba atrapar la atención de los huéspedes de la Oncena Bienal de La Habana, para que entraran al espacio interior e hicieran de su voluntad el elemento activador, y por ende decisivo, de la obra. Hablo del video interactivo La voluntad de los huéspedes, del joven artista cubano Aluan Argüelles (La Habana, 1982) –obra cuya realización fue posible gracias al apoyo de José Busto y su proyecto Avistamientos (Galería de Arte Contemporáneo Cubano). (…) Ahora bien, ¿cuáles son las posibles significaciones, en el plano metafórico, de esta singular propuesta de Aluan Argüelles? Lo primero a señalar es el universo referencial (contexto histórico, político, geográfico, etc.) al que nos remite el vestuario de estos tres sujetos “condenados a muerte”. Las fotos que han venido circulando de los prisioneros de guerra iraquíes y afganos, siendo torturados por soldados estadounidenses en cárceles militares como la de la Base Naval de Guantánamo, convirtieron a ese tipo de overol naranja y a las capuchas negras en símbolos internacionalmente reconocibles del sistema carcelario norteamericano, en especial de los prisioneros de guerra. Y una vez situados en ese marco referencial, la obra nos conduce de forma inevitable hacia la problemática de la guerra, la violencia, la muerte, en resumen: la aniquilación del hombre por el hombre, que sigue siendo hoy la más bochornosa e inconcebible de las aberraciones humanas, más considerando el nivel de madurez cultural y de desarrollo científico que ha alcanzado la humanidad.

¿Pero cuál es el objetivo que persigue el artista al utilizar al público como coproductor de la obra, haciendo de los receptores una pieza clave del sistema interactivo? Pienso que la eficacia de la obra consiste precisamente en ser un sistema que funciona gracias a que todos los sujetos que participan en él juegan su rol, su función, su papel, y sin ningún tipo de coerción o sometimiento explícito, sino por plena voluntad de participación –como indica sarcásticamente el artista en el título. El sometimiento al sistema, es decir, actuar dentro de él, jugar el rol prefijado, es algo que asumimos de manera casi inconsciente: hemos sido entrenados para eso, ¿no? Además, hay otro elemento que Aluan explota con total efectividad: nuestra vocación instintiva, animal, o antropológica, por el juego, el retozo; que en este caso se convierte en un coqueteo mórbido con las fuerzas de Tanato: el morbo siniestro de presenciar, ser testigos, o de provocar con el poder de nuestros movimientos, la muerte de otros seres. El hecho de que se trate de un juego, de pura ficción, es la mejor prueba de la existencia de un instinto asesino, pues en el plano simbólico de la ficción solemos ser mucho más sinceros y libres que en la dimensión de la “realidad” concreta, en la cual actuamos de acuerdo a normas sociales y coaptados por la ley (de ahí el éxito alcanzado por la industria de los Video-juegos, un fenómeno que es sin dudas otro referente importante de la obra que analizamos). Es en estos sentidos que el environment interactivo de Aluan Argüelles funciona como un espacio en el que después de actuar de forma inconsciente, irracional e instintiva, nos percatamos de que hemos sido manipulados por un sistema programado que nos utiliza como engranaje de su maquinaria. Y es ese “percatarnos”, es ese proceso de racionalización de lo acontecido al interior del “sistema”, lo que nos hace ser conscientes de la manipulación; y en este punto de la comprensión comenzamos a valorar la propuesta de Arguelles como una mónada autocrítica de la lógica con la que opera el Poder, el cual siempre basa su dominación en la complicidad ingenua e inconsciente de las mayorías.

Es posible establecer una homologación entre el público que interactúa con la obra –el cual simbólicamente se convierte, con sus movimientos dentro del espacio expositivo, en el responsable de que ocurra un fusilamiento–, y ese otro público global que consume en la televisión las imágenes de las guerras reales como si de secuencias de una película de Hollywood se tratara. Ese tipo de recepción anestesiada, automatizada y hasta morbosa que producen los códigos televisivos posmodernos, es tan cómplice y responsable del bombardeo de una ciudad en el que mueren miles de civiles, como lo son los sujetos que lo ordenan y los que lo ejecutan. He ahí la cuartada del poder para agenciarse la neutralidad de las masas: la guerra es codificada por la televisión como una superficie espectacular que distorsiona y anula el contenido siniestro de ese tipo de hechos. Ante los ojos de un televidente adormecido en su butacón, el bombardeo de una ciudad puede ser percibido como pura ficción, puro destello de fuegos artificiales: instante en el cual las bombas se convierten de hecho en burbujas relampagueantes al interior de una ficción. (…) Al igual que ese público alienado, con una percepción escindida entre lo “real” que se hace virtual a través de la mediación tecnológica, nosotros, espectadores de Bienal, y huéspedes de la bóveda de Arguelles, jugamos inconscientemente con los sensores, hasta con morbo infantil o necia voluntad, para vivenciar, una y otra vez, un acto de ejecución. Somos cómplices, desde lo más instintivo de nuestro inconsciente cultural, de lo que en el plano retórico y consciente solemos criticar y condenar con ligera facilidad –eso nos hizo experimentar con su estética interactiva y sinestésica Aluan Argüelles.

La voluntad de los huéspedes es una obra que clasifica como un buen exponente del arte new media que se viene desarrollando en Cuba. Pero su valor cognoscitivo y estético no radica solo en la manera en que es utilizada la tecnología como un medio para producir arte, sino en la organicidad que logra Argüelles al combinar e integrar su estructura tecnológica (vídeo, sensores, software, etc.) con una dramaturgia escenográfica capaz de generar una atmósfera estética que utiliza al propio espacio como elemento expresivo, lo cual convierte también a esta propuesta en un environment: un ambiente de lúdica desenajenación.

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