Stories (ES)

Elio Jesús Fonseca

El dibujo en vez del verbo

Por Luis Enrique Padrón

La obra de Elio Jesús Fonseca tiene un marcado trasfondo existencialista. Por la elección de materiales, la visceralidad de sus escenas y el efectismo -un tanto patético, un tanto grandilocuente, un tanto autocomplaciente- que les imprime, pudiera decirse que se satisface en reciclar el espíritu antropológico del arte cubano de los ochenta. En la sensibilidad de su trabajo también se advierte cierta impronta del Arte Povera italiano, en lo que respecta a la constante conjura de lo orgánico en sus visiones y al aire metafísico que poseen. Su coqueteo con estas referencias, además de ser un gesto crítico respecto a la frivolidad de la cultura y la estética contemporáneas, es una atemperada reflexión sobre el drama humano y su cotidiana manifestación. No obstante, es notable también su interés en el dibujo en tanto lenguaje, concepto al que recurre a través de medios como la instalación o la fotografía. 

Sobresalen especialmente los realizados en el último año. Ilustraciones en las que el artista idealiza conflictos elementales de la existencia humana bajo un aire de fábula. Son obras pequeñas, de un colorido sobrio y un notable virtuosismo. No hay en ellos una línea narrativa definida que no sea el trazo y su gran capacidad evocativa. Su referencia para esta serie ha sido la animación, el diseño gráfico, la ilustración y la imagen construida con métodos digitales. Estética que se apropia para desplegar una iconografía hecho a mano con medios tradicionales como la punta seca o la plumilla. El resultado es retiniano por excelencia: un arabesco corpóreo donde masas y texturas se entrelazan fuertemente en palimpsesto. Se trata de una figuración asentada en el caos, el dolor y la resiliencia de la vida humana. Miniaturas de una morfología entre humanoide y animalesca cargadas de un aire épico ligeramente melancólico que evaden todo el tiempo lo trágico y lo monumental. 

Estas obras están conectadas con un grupo de objetos que, con la intención de repensar el concepto de object trouve, produjo en años anteriores. Pensar deja cicatrices (2019) es una vieja mesa de madera cuya superficie ha sido grabada con una partida de Tres en línea jugada por el artista contra sí mismo ad infinitum. En esta el dibujo se incorpora como síntoma de una enfermiza obsesión, también un reflejo del desgaste del tiempo vital. Recordar no es volver (2017), simpática situación en la que el protagonista es una caja de CD meticulosamente grabada a mano nos muestra un trazo macilento al que le ha sido adjudicada la noble función de advertir los abandonos y carencias, el vacío y la decadencia. En ambos casos más que un soporte o una técnica, el dibujo es un lugar del conocimiento, un proceso, un símbolo. 

Dos piezas resultan representativas al respecto. Sobremesa (2017) es el resultado de un working progress en el cual Elio interviene con sutiles viñetas centenares de latas de cerveza desechadas, para construir una apología de la pobreza y de la autocomplacencia. Emplea una fórmula recurrida en los imaginarios del arte cubano: la mesa, el hogar, el espacio privado como plataforma del fracaso de una lucha contra la frustración social. En este caso estamos ante un tipo de dibujo instantáneo, precario, tentativamente desechable. Para El pensador (2016) -pieza que emula como su manifiesto artístico- ha recogido ramas caídas de los árboles, cascajos de fibra desechada. Las ha quebrado en pequeños trozos y adherido sobre un muro. El paso del tiempo las entrecruza de una manera silenciosa y sombría: no tardan las termitas en hacer en ellos su nido, integrándose en la pieza como textura viva. Esta metáfora orgánica y visceral, embargada de romanticismo y agudeza, es encomio de la melancolía. En ella la ausencia o privación de la libertad adquiere matices delicados y profusamente poéticos. En ambos casos estamos ante un dibujo que deviene instalación, a la vez que giro tautológico.  

Pero con Adentro (2019), intervención pública que Elio presentó en la XIII Bienal de La Habana ha llevado su obsesión a una escala menos comedida. Intervino dos niveles de la fachada de un edificio situado frente al malecón habanero con pequeños rollos de papel incrustados en el cuerpo de la construcción. Gesto que convirtió al detritus urbano en un accidente fuera del tiempo; en una suerte de arrecife coralino a mitad de la ciudad. Su intención original fue sellar las heridas del edificio evitando así que perdiera la esencia que su cuerpo disipa y representa. Pero el resultado final fue la escenificación de la solemnidad de un objeto arqueológico, un hallazgo, una huella de nuestra existencia más allá del tiempo. Con un temperamento que nos recuerda al trabajo del artista búlgaro Christo y del joven cubano Duvier del Dago, Elio proyecta una suerte de suite, un garabato, una caprichosa redefinición arquitectónica, un comentario al dorso de la realidad. 

Como vemos, se trata de una asimilación del dibujo como campo integrado de escala variable. Lo que transparenta una visión más allá de la estética del boceto o el estudio -tan fértil en la contemporaneidad. Son apuntes desesperados, signos preclaros de una inconformidad imposible de verbalizar.

Web del Artista

Elio Jesús Fonseca, Cuban Contemporary Artist, artista cubano contemporáneo
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