Stories (ES)

Iván Perera

El fino hilo del conocimiento

Por Magaly Espinosa

El libro es un depositario tenaz de conocimiento, un amigo que es a la vez fiel, peligroso y desobediente, porque pone siempre a prueba los puntos de llegada del saber humano. El artista Iván Perera lo utiliza como sostén de una de sus series más hermosas: Textum reductio (2013) (en latín texto y tejido se expresan mediante el mismo término). La misma agrupa un conjunto de obras que revelan un peculiar proceso que consiste en desmenuzar libros, llevando sus páginas a los hilos que las condensan. Realiza este procedimiento en textos referidos a distintas ciencias y documentos de valor cultural, conduciéndolos a una expresión visual que los despoja de su volumen y su forma, un leve suspiro que sostiene, a pesar de su brevedad, ese don perdurable del conocimiento.

Este creador se comporta como un tejedor que deconstruye para después construir piezas en las que se conjuga una labor de artífice, con la de amante del saber, cuando logra rearmar el reducto que queda de las páginas a través de las visiones menos predecibles. Transforma el libro en una metáfora visual que conecta la esencia de lo que él fue, a otras formas que le permiten evocar otros objetos.

Dicho proceder se puede apreciar en diferentes piezas, todas S/T, son presentadas en cajas que contienen objetos elaborados por Iván. La primera a la que me referiré consiste en un pañuelo tejido con hilos extraídos de 77 Biblias, otra es un cordón doblado sobre si mismo, tejido con hilos de 24 libros de Filosofía, y la última semeja un parche, diseñado con la sustracción de los hilos de un libro de Historia de Cuba.

El pañuelo se muestra sobre un fondo negro, un pedazo de tela que depositado sobre ese fondo te hace pensar en aquellos objetos sacros depositados en un museo, por haber pertenecido a algún héroe o personaje histórico, adquiriendo un aura que no depende de su contenido físico, sino de lo que representa simbólicamente.Pero este pañuelo toma su aura de la metáfora que se infiere de un libro de sabiduría, como es la Biblia, o ese leve cordón, dispuesto también sobre fondo negro, que ha absorbido la sapiencia de esa fuente espiritual que es la Filosofía.

De todos ellos, quizás el más atrevido en su visualidad sea una soga estirada y apuntalada en sus extremos, de 1,76 cm. de largo, tejida con hilos obtenidos de 243 volúmenes de política. Ella es deshilachada casi en su mitad, quedando al descubierto solo un fino hilo que la mantiene unida. Y serán precisamente libros de política los que el artista utiliza para que la imagen se muestre en una situación riesgosa.

Bajo esta perspectiva, los objetos que concibe Iván infieren su metáfora desde la metamorfosis que anuncia la información que acompaña los títulos de las piezas, con ese ardid ha dado nacimiento a objetos en apariencia cotidianos. Es una síntesis minimalista que hurga no en el vacío contenido en la materia, sino en una materia que espira en su contenido, jugando con las apariencias, embromándose con el receptor a quien se ha privado del saber que esos libros contienen. Su búsqueda entonces parece ser un desmontaje de las formas cuando se indaga en las esencias.

En la instalación Recorporación esa búsqueda tiene otro matiz, pues se trata de la apropiación de un espacio público al que ha sido llevado el sentido de un objeto creado por un preso.

La obra consiste en calar a bajo relieve, en el muelle de la bahía de Santa Fe, pueblo costero de La Habana, la imagen tomada de un tapiz bordado por el héroe de ese lugar, Juan Manuel Márquez, durante su permanencia en la cárcel del Presidio Modelo. Nos dice el artista: “La figura se construyó en el borde del mar. Cuando las olas subían el agua del mar quedaba acumulada dentro de la figura. Quedaba así aprisionada dentro del tapiz”. Con el paso del tiempo la obra se ha ido borrando fundiéndose con la piedra que le dio vida. En el presente, es apenas una mancha, un fragmento del piso roto que se fracturó cuando fue elaborada, integrándose al deterioro del lugar con su propio deterioro.

¿Es esta pieza una ofrenda? ¿Es un ritual que hace del artista un iniciado? Ciertamente la carga emocional que porta infiere cierta transferencia y le proporciona a su creador el valor de la evocación. Un objeto depositado en un museo ha cobrado vida propia, ha existido y desaparecido, como sucede con todo lo que es parte de la existencia.

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