Stories (ES)

Leo de la O


Silencios estridentes

Por Danelys Gómez Pompa

“… ciudad bendita, entre tus calles son tus voces las que gritan…”
Roque Valero

Pareciera como si la obra de Leodanys De la O hubiese entrado en una especie de trance donde la esfera pública se reafirma escenario protagónico. Una y otra vez la ciudad se despoja de atavíos urbanísticos y ahí queda su gente, plasmada en estos lienzos que le han congelado para formar parte de un testimonio único, debelador, que lleva por nombre Silencios estridentes.

Esta amplia serie, paradigmática en su emergente carrera, despunta en el orden estilístico por sus grandes formatos y el cambio de una visualidad estética que conforma una poética adosada a nociones sociológicas, asumidas con una postura próxima al conceptualismo donde cada uno de sus enclaves conceptuales vivifica el discurso y condiciona la mirada del receptor.

Sin embargo, el rejuego de significantes que portan estas obras no solo se confina a ese viso conceptualista. Las pinturas llevan además el discurso antropológico sugerido en la asociación de una silueta, la imagen contorneada que devela apropiaciones de trasfondo social; cuyo enunciado se bifurca entre lo abstracto-expresionista y lo meramente figurativo.

En su afán de escrutar actitudes y comportamientos, De la O Reyes desdibuja acepciones y límites. De hecho, la selección de los planos está diseminada encubriendo las posibles definiciones y lecturas, señalando en cierta medida la lógica del discurso. Son escenarios que viven en el espacio y el tiempo real, es la imagen captada mediatizando ese nuevo modo de autorreconocernos, devenida testimonio ilustrado.

Cada una de estas representaciones da vida un yo trasmutado; en el que las composiciones coexisten sin abandonar esa forma de narración que permite unirlas y separarlas, articulando la esencia de sus historias.

Estos trabajos susurran el eco del tiempo, la huella de los años sobre nuestros cuerpos, el trasfondo de una piel que se metamorfosea; por ello esa explosión de manchas que se agolpan con un lenguaje puntual y que resume, de manera insuperable, la estridencia de la palabra que no ha sido dicha.

Y es que Silencios estridentes es la versatilidad de una lectura, el poder descriptivo de un ícono, una ironía ante la individualidad. Nos extrapola al punto de convertirnos en juez y parte, de hacernos regresar continuamente a esas ciudades donde nunca hemos estado, a esos sitios que no vuelven. De la O Reyes ha plasmado en estas telas los sueños y toda la gente que les acompaña: el que vende y el que compra, el que mira y aquellos que ya no tienen miradas. Sus voces y sus cuerpos consienten el designio de ganarse el derecho a estar vivos, a ser útil, amar… vivir.

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