Stories (ES)

Lisyanet Rodríguez

Blooming

Por Gabriela Azcuy
 

Lo bello es feo y lo feo es bello

Repiten a coro las tres brujas en el Primer Acto de “Macbeth”

 

Umberto Eco identifica tres fenómenos de lo feo en su libro “Historia de la Fealdad”: la fealdad en sí misma, la fealdad formal y la representación artística de ambas.

El primer fenómeno se encuentra fácilmente en un excremento o podredumbre. La fealdad formal, por otro lado, es el “desequilibrio entre la relación orgánica del todo”, una persona, por ejemplo, que carece de una de las partes de su cuerpo. Sin embargo, como apunta Eco en su investigación, desde Grecia hasta la actualidad se ha reconocido que cualquier forma de fealdad puede ser redimida por una representación artística fiel y eficaz (lo que entendemos como el tercer fenómeno). Véase Aristóteles (Poetica), cuando habla de la posibilidad de realizar lo bello imitando con maestría lo que es repelente; y Plutarco (De audiendis poetis), donde apunta que, en la representación artística, lo feo imitado sigue siendo feo pero recibe como una reverberación de belleza, procedente de la maestría del artista. 1

Con la Serie Blooming, la artista Lisyanet Rodríguez, cuestiona lo cánones de lo Feo, establecidos en nuestra cultura. Ella, desde una profunda atadura emocional a la naturaleza y la humanidad, considera que todo ser vivo es bello, pues todo nacimiento, florecimiento —Blooming— es un proceso de esencia mágica.

En la cultura occidental contemporánea, (aun cuando en la apreciación formal de lo Bello y lo Feo existen variables individuales, de idiosincrasias y comportamientos desviados a tener en cuenta) 2 el no equilibrio de un ser, la presencia de deformaciones en tanto ruptura de lo usual, lo convierte automáticamente en portador de una fealdad formal, a la vista de la mayoría de sus coetáneos.

Imaginemos que vemos por la calle a una persona con la boca desdentada: lo que nos molesta no es la forma de los labios o de los pocos dientes que quedan, sino el hecho de que los dientes supervivientes no estén acompañados de los otros que deberían estar allí, en aquella boca. No conocemos a esa persona, esa fealdad no nos implica pasionalmente y sin embargo –ante la incoherencia o la no completud de aquel conjunto- nos sentimos autorizados a manifestar que aquel rostro es feo. 3

Bajo este contexto, la artista se decide —con una destreza técnica exquisita— a crear obras que proyectan al espectador ante una fealdad formal y la representación artística de la misma. El público por segundos se encuentra en una encrucijada receptiva. Pero ella sabe usar a su favor el valor aurático de la obra de arte. Desde sus lienzos y cartulinas exonera a aquellos seres deformes, en desequilibrio, incompletos, distintos, y los eleva a una categoría de belleza sublime. Los dolores, miedos y desidias sufridas por sus figuras son reivindicados con afán enérgico. Pues, como todos los entes provenientes de la naturaleza, tienen cualidades únicas, tienen cierta belleza.

Es interesante cómo varía diametralmente la representación animal y la humana en esta serie, aun cuando el sintagma temático es el mismo. Los primeros, dibujados a lápices de colores sobre cartulinas de fondos blancos; son en su polimorfismo, deformes felices.

Sin embargo, en la representación de la figura humana, la teatralidad y el sufrimiento aparecen. Realizados sobre grandes lienzos con tonos grises y ocres principalmente, la obra es totalmente autorreferencial. Los rostros de la artista se repiten ante el espectador y emergen cuerpos femeninos sin rostro o porciones cercenadas de manos y pies. Es como si la artista exorcizara sus más profundos miedos y los sacara a la luz. Constantemente la mirada se escapa, se oculta, desaparece (Hunting Butterflies, 2017; Stumble, 2016; Holding on, 2016). Y cuando mira, no nos interpele, solo posa, como ente flotante de otro mundo (Fallen Princess). Pueden ser inquietantes y lamentables, también teatrales, románticos y melancólicos. Pero siempre busco inspirar sentimientos de amor, dulzura, bondad, ternura y belleza que son parte eterna y universal de la condición humana –asegura la artista.

Lo cierto es que con maestría técnica, desde el arte (representación), la artista eleva la fealdad formal a la categoría de lo bello. Pero además, subvierte sus códigos. Pues coloca al espectador ante una nueva realidad estético-emocional. Lo hace cómplice de la belleza de estos seres. En sus propias palabras, “los humaniza”.


1. Cfr. Umberto Eco: “Historia de la Fealdad”. Lumen, Italia, 2007, PP. 16-20.

2. Cfr. Ob cit p. 16.

3. Ob. Cit p.19

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