Stories (ES)

Mario González “Mallo”

La espontaneidad de la contradicción

Por Kanaima Raña Santos

Múltiples son las características visuales que son reveladas frecuentemente desde las diversas aristas del arte contemporáneo. Como parte significativa de ello, se nos muestra la abstracción, una corriente artística que en Cuba cada día genera más adeptos, en particular entre los artistas plásticos, y deviene en una infinidad de experiencias ideadas desde la contemplación de nuestra propia realidad. Los creadores se valen generalmente de la observación y representación de aspectos subjetivos para la realización de obras notables a nivel mundial. La pintura abstracta del joven artista Mario González Rodríguez “Mallo” (Melena del Sur, 1987), se me avizora como una de esas series pictóricas a las que no se puede obviar y que traen consigo emociones, y el ansia de continuar apreciando más de lo que se percibe.

Desde que imaginó su primera abstracción, supo que esta forma de pintar le definiría. En sus piezas, estructuralmente bien concebidas, encontramos la sinuosidad de cada línea, libremente situada, pero que genera un efecto óptico que va más allá del gusto por las meras formas, y mediante diversos niveles cromáticos interrelacionados, nos dejan entrever un cosmos expresivo.

En un mismo lienzo, el pintor avanza de un tono a otro, al proponer e incentivar con naturalidad, disímiles lecturas, como se ve reflejado en su serie Controversia, de reciente creación y en la que se hace válido destacar las obras Metáfora y Marilope. Estas obras se insertan dentro de la temática paisajística y componen un entramado de ideas que comunican con el espectador diversas sensaciones. 

Con destreza, el creador maneja admirablemente las dimensiones y el espacio. Ejemplo significativo lo constituye el díptico, Se vale improvisar. Sobre tonos neutros, se erige un armazón de formas ondulantes y valores tonales que se colocan uno al lado del otro o sencillamente en plena yuxtaposición, asumiendo el valor expreso de la misma visualidad que es distintiva de su pintura. 

Su obra plástica se define por poseer una notable fuerza expresiva. El propio cuadro deviene el centro en sí mismo y convoca al diálogo, a la emoción. Las líneas irrumpen y se adueñan del espacio, fusionándose con las texturas que se contraponen, que se quebrantan, quizás estructuralmente, pero que van más allá de los límites establecidos por el marco de la pieza. El paisaje, frecuentemente utilizado, deviene fragmentos de la naturaleza y se dibujan motivos florales descritos mediante ocres, amarillos, naranjas que se aprestan a servir de plataformas para imbricarse con los fugaces matices negros o blancos. A pesar de la libre expansión de líneas, tonos y texturas, cada color es perfectamente distinguible del otro, así como las formas que se establecen en la obra.

Mario González utiliza el pretexto de la contradicción para generar un análisis personal. La visualización de sus pinturas ocurre en un proceso coherente de búsqueda experimental constante. Ejemplo de ello es cuando expresa: “…las palabras las dejo en el lienzo, genero constantemente muchas ideas y prácticamente todo lo visualizo…” y perfectamente le comprendo. Sugiere y toma como referencia un argumento, un punto de partida para rediseñarse en cada pieza. Lo cual influye en esa visualidad a la que quizás algunos estamos acostumbrados como espectadores y otros no.

Sobre las diversas lecturas que suscitan las obras del creador, Ángel Alonso, crítico y artista, desarrolla un acercamiento bien estructurado: “…Por supuesto, hay un primer nivel de lectura, más elemental, que se limita al gusto por los concertados colores, la gracia de los trazos y demás valores decorativos de la obra, ese es el caso del comprador que elige un cuadro porque «le combina con el sofá», pero hay otro nivel de lectura, más profundo, al que podemos llegar si rasgamos la cortina de lo decorativo y nos adentramos en el mundo espiritual que Mallo nos propone…”i 

Mario ha desarrollado una obra creativa de significativo valor dentro del ámbito abstraccionista cubano. Dentro de este universo, el trabajo investigativo forma parte de su creación, por eso, frecuentemente me habla de nuevos proyectos, ideas que no esperan por reflejarse en el soporte adecuado. El artista no se detiene, revoluciona su contexto y se hace un lugar en el complejo mundo que lo rodea. Contemplo sus piezas y me pregunto qué concebirá para un nuevo proyecto. Su capacidad para el asombro es infinita.

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