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Pavel Acosta

Pavel Acosta ‘El ladrón’

Por Romina Ruiz-Goiriena

Pavel Acosta nació en la provincia de Camagüey y emigró a la capital caribeña para cursar estudios universitarios en el Instituto Superior de Arte en La Habana, la cuna de artistas plásticos de toda la isla. A sus 35 años de edad, su obra compuesta de esculturas, fotos y piezas en medios mixtos con toques ‘performance’ hablan de las realidades de una Cuba compleja y de un mundo al revés.

«Estoy haciendo una especie de análisis social donde intento explorar como la gente se gestiona a sí mismo», explica Acosta. Cuenta que le interesa escudriñar en las carencias de determinados grupos sociales y en «las estrategias que se adoptan más comúnmente a la hora de suplirlas, desde el viejo y expandido ejercicio de robar».

Pero, ¿a qué robo se refiere? Responde que en ocasiones, simplemente observa robos ya consumados pero en otras el artista compromete a un grupo de personas a que lo efectúe.

Por ejemplo, en la serie ‘Espacios Robados’ el artista construyó fotos narrativas en lugares en La Habana que antes de la Revolución eran utilizados para el deporte. Hoy en día, dada la carencia y el estado de bienes raíces fueron transformados en viviendas y tienen una función diferente. En la foto, estas personas escenifican un juego de béisbol y el robo se efectúa «en el imaginario colectivo y se comparte por consenso», dice Acosta.

Yo también soy un ladrón

Pavel Acosta no sólo documenta el robo pero se autodenomina como un ‘ladrón’. Para él su campo visual está definido por paisajes humanos que producen «niveles de información». Al contrario de muchos artistas, él no crea obras; él las captura por medio de un lente, un lienzo o un espectáculo. Además, todo en la obra es robado: desde la intención y hasta cuando pinta el óleo es robado. Para el artista, el acto morboso de robar habla de una realidad cotidiana.

«Aquí en Cuba la palabra luchar es la traducción de la palabra robar. Es una palabra fea por el mismo hecho de lo que representa y la gente naturalmente la sustituye. Por ejemplo, tú vas a un trabajo y te llevas una libreta y eso no es robar es luchar porque estás luchando para que la niña tenga una libreta más para la clase… en este caso estoy robándome esta información y creando algo con ella», opina Acosta.

Robo sin fronteras

Pero su trabajo no está netamente endeudado a su nacionalidad cubana. A lo largo de sus viajes por el Reino Unido, Canadá, e India también ‘roba’ porque el acto de robar refleja una inquietud universal con la penuria social.

Preocupado con el tema de la vigilancia y la privacidad grabó una cámara de seguridad en Londres. En Canadá, creó una obra ‘performance’ en las afueras del ayuntamiento donde Acosta invitaba a los visitantes que se sentaran en sillones de playa que había puesto en la fuente de agua para el venir y serviles bebidas.

Y, en Nueva Delhi hasta hurtó agua. «Las mujeres en la India caminan cientos de kilómetros en el campo, en busca de agua. Así que me pareció extraordinario robar el agua gratuita que se sirve a la población en diversos puntos de la ciudad», agrega Acosta.

Lo que si queda claro es que desde su Cuba natal hacía afuera el robo es el acto clave para engendrar su obra. «Sencillamente», sugiere Pavel Acosta que en su trabajo «el robo se despoja de las tradicionales connotaciones peyorativas para resaltar otros tipos de miseria humana».

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