Stories (ES)

Pedro Valerino

Relaciones cromáticas made in Pedro

Por Daniel G. Alfonso

Manchas de color. Texturas. Empastes. Libros sobre arte ubicados sobre su mesa en el estudio dialogan entre sus obras y sus materiales de trabajo. Varios lienzos en blanco esperan a que el artista se acerque y comience sus experimentaciones y las nuevas investigaciones que está realizando sobre el fenómeno de la pintura contemporánea. Pedro Valerino (Manzanillo, 1981) a través de todo su quehacer le está dando una vuelta de tuerca a la más tradicional de las manifestaciones y, a su vez, logra otorgarle nuevos valores a la pintura desde una visión más actual.

Su obra, diría, se inserta dentro de toda corriente del Expresionismo Abstracto surgida a finales de los años cuarenta; más bien, existen ciertas influencias con los trazos de Motherwell, la línea contemplativa de Rothko y el minimalismo pictórico de Ad Reinhardt. A partir de estas determinaciones –un poco históricas– Valerino ha sabido aprovechar cada enseñanza, cada lectura, cada visita a museos con lo que logra elaborar sus propios códigos visuales.

En sus obras vemos una distribución de los colores, o de la paleta de colores, de manera arbitraria o subjetiva; eso sí, podemos observar que su pincel y la espátula se detiene en el momento exacto. Cada tela es un objeto visual que provoca el tacto, a sentir cada uno de los trazos ejecutados. Él sabe cómo jugar con la sensorialidad de las personas. Su proceso creativo ha ido evolucionando de un horror vacui (en sus series A Word, Love, Pages) hacia una obra pictórica más experimental, donde explora con nuevos soportes y materiales.

En todo momento Pedro Valerino ha transitado un camino que persigue una misma línea estética y formal, una tela en blanco funciona como un medio para colocar trazos de diversas tonalidades; tal parece un ejercicio que basa sus fundamentos en los escritos de Philip Ball en su texto La Invención del Color. Nuestras miradas se detienen a contemplar cada detalle, pues el artista se preocupa por provocar en el público un estado mental mediante conceptos como el espacio y su solución plástica. Son obras que producen sensación de placer y de inquietud al mismo tiempo, nos aísla por completo de nuestro medio cotidiano y nos lleva hacia otros universos, logra que no pensemos en más nada que no sea lo que estamos observando.

La creación de nuestro creador nos otorga un nuevo lenguaje que, si bien establece conexiones con el arte internacional, su contexto no le es ajeno. Bebe de su tradición, toma apuntes de Pedro de Oraá, de Martínez Pedro, de Loló Soldevilla para lograr establecer en el arte abstracto una nueva escritura, un nuevo vocabulario made in Pedro.

La producción de Valerino, me hace recordar una frase de la crítica de arte Marta Traba que plantea que la abstracción “nace del deseo de expresar libremente emociones y sensaciones, justificando así, con la fuerza espiritual del espacio vacío, la mancha o la pincelada suelta. Por eso hay un repetido tono poético que se advierte en grupos o artistas individualmente considerados”. El arte abstracto, desde sus inicios, no niega ni se opone a la realidad; todo lo contrario, se inserta en ella y se considera una respuesta aguda y extensa de su estado múltiple y cambiante en tiempo y espacio.

Seguiré muy de cerca el recorrido que haga a partir de ahora este artista. ¿Por qué nunca supe de él? De igual modo, con este texto, ya está ubicado en mi radar sobre la pintura cubana contemporánea. Sigue Pedro con tu obra tan reflexiva, empática y lúdica.

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