Artists (ES)

Raúl C (Memo)

Dentro de la visualidad pictórica se origina una problemática marcada por el exceso de las influencias y el dilema de cómo asumirla en medio de una contemporaneidad altamente saturada de imágenes. Esto, además, ha sido consecuencia de una dinamización cada vez más acelerada desde la Modernidad hasta hoy. Y por eso pareciera que la Historia del Arte ha sido un camino de sustituciones, negaciones alternas, donde el flujo y el reflujo de la figuración y la no figuración estuvieron prevaleciendo hasta que emergió, de manera más evidente pero desde antes presente, el debate entre lo conceptual y lo formalista.

Con la obra de «Memo» (Raúl Castro Camacho), como la de otros creadores, estas linealidades cartesianas se ponen en duda. Porque asimila de todos desde una sobriedad de recursos: tanto de las conquistas del suprematismo, como de las de la gráfica, del grafismo proveniente del informalismo –que además bebía de la obsesión ideogramática oriental–, del pop con la inclusión desacralizadora en su momento del mundo del cómic y la publicidad, del minimalismo por ese decir + con – al querer llegar a la “máxima” mesura de las formas, algo del collage que vino del cubismo y del pastiche postmoderno. Todo esto en un orden aparentemente técnico.

Hay en él algo de una parte de la pintura alemana de la Postvanguardia ochentiana, como también de ciertos pintores cubanos que hicieron desde esa influencia un camino personal. Más allá bebe también de la épica revolucionaria y del imaginario popular y mediático de la sociedad en la que se mueve. Pero deja a un lado la gravedad dramática de los traumas de postguerra del siglo XX y la icónica política; aunque no deje de sentir la necesidad de inquirir la realidad.

En los contenidos, «Memo» se aboca a lo irónico. No al mero humor que nos hace reír como las hienas; sino sonreír en la mente. Con su simpleza operativa mantiene una frescura que bien pudiera hablar de lo innecesario que resulta a veces el regodeo tecnicista. Mas con esa ironía, que homenajea y a la vez puede parodiar a artistas universales o catapultados al ámbito internacional, nos aproxima a problemáticas de vida que lastran la contemporaneidad en la que vivimos; tanto de adentro como de afuera de las identidades culturales –con mayor énfasis en la cubana de fines del siglo XX y los años que vivimos en el XXI.

Con esa base en el dibujo, sus imágenes parecen reverberantes o nerviosas. Y en eso también son muy suyas por exteriorizar su personalidad. Sus obras no son artificiosas, no son sólo estetizadas; además juegan con el espectador. Resultan caricias elegantes en apariencias, donde logramos sentirnos confortables hasta un punto. Que es el punto donde se convierten en boomerangs filosos para el espectador, entrampado en esa frescura y porte sobrio de las mismas, que punza desde la suavidad aparente con asuntos de orden ideo-político y social.