Magazine 32 (ES), Stories (ES)

Sheila Díaz

Retazos de nostalgia

Por Yenny Hernández Valdés

Dentro de un devenir de renovación continua en obras donde recurre a materiales tan disímiles como acrílicos, pedazos de yute, cartas olvidadas, sobres abiertos, recortes de papel y telas, la artista Sheila Díaz Garcés (La Habana, 1987) da significado a su obra. De esta forma compone y corporeiza la pieza cual poesía visual exquisita, sin obedecer formas, sino desbordando un degustar de belleza y elegancia, con los colores y olores propios de aquellas trazas matéricas que quedan, sobreviven, persisten… Nos entrega una obra cual obsequio renovado y colmado de pura energía frugal. 

La artista rechaza la muerte material, y aprovecha el último halo existencial en la esencia de lo marchito, para proponer después la reconstrucción en clave estética. Abre así la esperanza al desdoblar el punto final de los vestigios que encuentra y les ofrece la oportunidad del punto y seguido.

Sheila Díaz recompone la realidad; toma lo que el universo deshecha, lo que otros damos por acabado, la materia olvidada, inerte al punto del ocaso. En ese trance, la artista da vida o una segunda oportunidad de reanimar lo ya inanimado. Explora y se deja seducir por la materialidad y lo sensitivo de aquello que tiene a la mano, que encuentra a su paso. Son retazos que forman parte de su cotidianidad; testamentos de su memoria diaria: instantes existenciales que recobran sentido y fuerza luego de una operatoria collagista muy personal.

Las de ellas son obras compuestas a partir de lo descompuesto, en las que retrata su propia identidad como una suerte de paisaje íntimo en el que se manifiesta con total soltura y dialogismo. De ahí la suavidad que transmiten los empastes de pinturas, las texturas de los brochazos, las líneas quebradizas, cuasi infinitas. El investigador de la práctica del collage, Louis Aragón, afirmo: El principio del collage es la introducción dentro de la pintura de un objeto, una materia tomada del mundo real. Y precisamente, la artista ensambla memorabiblia y materialidad, y extrae de la fusión de ambos la exquisitez del contraste, la belleza de lo corroído, el color de lo vetusto.

Sheila Díaz se apropia de materiales y objetos y establece una suerte de constructo estético en el que todo aporta, en el que cada elemento encuentra asidero en su composición. Por lo que, el significado primigenio de los archivos encontrados, se ubica en un segundo plano de relevancia para la artista. Durante su proceso creativo, dota a esos archivos de una esencia diferente, prestos a la multiplicidad de lecturas posibles, de acuerdo los horizontes de apreciación de quienes observen.

Si bien la visualidad de sus obras nos incita hacia una deconstrucción analítica por los senderos del lenguaje abstracto, Sheila recurre a títulos narrativos como apoyatura textual que permiten redondear conceptualmente lo que dispone en clave procesual. Soy, Metamorfosis interior, Mujer etérea –ella vuela- o La mosca, son solo algunos ejemplos de esos anclajes textuales de los que se vale para articular una narratología posible para cualquier espectador.

La artista nos hace reflexionar entonces sobre la materialidad de lo metafísico y la existencialidad de lo matérico. Nos conecta con instantes esenciales en los que somos y nos identificamos. Nos planta el bichito de la curiosidad sobre quienes hemos sido y sobre cómo nuestro devenir está conformado por esas trazas matéricas que dejamos a nuestro paso y en las que habitan buena parte de (su)nuestra existencia.

Sheila Díaz
Sheila Díaz
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