Sin contenido aparente
Por Alay Fuentes Bejerano
Desde edades ancestrales, el hombre ha manifestado de disímiles formas su apego al mundo en el que habita; de hecho, el ser humano adquiere toda su formación del mismo. Ha sido el arte uno de los móviles fundamentales para que la humanidad confiera a su entorno un idealismo irreverente y connotado. Muchas son las pruebas de esta relación predestinada por sabios y profetas, el trayecto por recorrer aun es enorme, pero cada vez que un artista plasma su subconsciente en una obra pictórica, menor se hace la distancia entre ambos.
Tal es el caso del artista Yuri O’Hallorans. Me quedé atrapado entre líneas y colores performáticos, entre el mundo real y el mítico, entre una partida interminable por la vida y los grandes deseos de un creador en convertir su obra en vía de escape a este entramado acertijo que se llama arte.
Al interactuar con su obra, sus lienzos revelaron un hábitat poco experimentado por mí. La manera íntima en la que cuenta su historia, nos sumerge en un entramado conceptual peculiarmente colorido, como si intentase cambiar los patrones formales de su universo, como si la vida se detuviese justo en sus creaciones, como si el cosmos pictórico al que representa se encimara sobre el espectador común.
Su recurrente indagación sobre lo natural y los conflictos humanos, divagan con lo místico y lo irreal, para intentar dilucidar un pasaje hacia una nueva realidad, motivada totalmente por la manera preconcebida de dotar su arte con herramientas conceptuales para el psicoanálisis de la misma.
La creación divina, lo mitológico, la fertilidad, lo simbólico se conjugan de una manera genial en el discurso de este artista, intentando guiarnos por un espacio pictórico lleno de contradicciones, de elementos referentes a diversas expresiones culturales, por un caos creativo lleno de maravillosas soluciones artísticas.
Las creaciones de O’Hallorans son una fusión de sentimientos y empatías. El orgullo, la pasión e inteligencia se erigen en partes homólogas de una proximidad aparente, aunque según el artista existe otra verdad, la real, la que lamentablemente perdemos de vista aún con sus constantes señales.
Comprendo la obra de Yuri, como un recorrido por su psiquis, a través del silencio del público, para culminar en complejas emociones humanas que conforman nuestro entorno cercano. La intensidad de sus gamas de colores es parte de nuestro espacio-tiempo, y acompaña al artista en el deseo desesperado de alcanzar el poder de la inmediatez. Su trabajo es como un péndulo (parece regresar constantemente a un punto de partida anterior), que logra hacer que sus creaciones conquisten la horizontalidad y la verticalidad conceptual de un arte que combina el tiempo y el espacio en presencia del Homo Sapiens actual, que deja de ser un mero espectador, para convertirse en parte fundamental de su universo creativo.
La obra pictórica del artista se encuentra unida a un proceso que se preocupa mucho por la diégesis existente entre el análisis de las formas y su simbolismo poético. Se enfoca en crear figuras interesantes así como sus correspondencias objetuales, para de a poco, desarrollar un discurso diferencial sobre eventos y acciones circundantes. En algunos casos haciendo paralelismos con la naturaleza como plataforma inspiradora, además de una alta gama de ironía.
Las formas significativas y su posterior exposición es un elemento que le concierne a la creación de este artista, convirtiendo objetos frágiles en esencias de un decir, que le lleva a experimentar relaciones entre poderes, esquemas, sociedad, historia, naturaleza y pensamiento objetivo.
Los conflictos sociales, políticos y religiosos forman parte de un lenguaje que nos hace pensar y encontrar en las obras del creador un cierto valor visual, el cual alimenta nuestro imaginario, nuestro ser artístico.
Su yo creativo basa toda su responsabilidad en la forma simbólica del juego. La puesta en escena de sus variedades de colores absorbe toda la importancia del diálogo bidimensional, tomando las riendas y el protagonismo decisivo en el enfoque de la idea. Las posiciones del objeto en el espacio, las sombras y su morfología son recursos indispensables en el proceso, al que le sumamos, un excelente gusto estético y una edulcorada técnica mixta sobre lienzo.