Stories (ES)

Los Serones

Síntomas de una simulación romántica

Daniel G. Alfonso

Existe o se puede hablar en el contexto del arte cubano de una nueva generación de creadores que -sin miedo alguno- se han propuesto renovar el género del paisaje; renovación que está ligada a nombres como Alejandro Campins, Gabriel Sánchez Toledo, Frank Mujica, Roger Toledo, Alberto Lago y, hace aproximadamente cuatro años, los Serones.

Éste último presenta una obra realizada a cuatro manos y con rasgos muy peculiares, es decir, son dos artistas (Antonio Álvarez [Tony] y Alejandro Pablo García [Paolo]) que han formado un pequeño grupo para juntos crear, conformar y establecer una nueva academia sobre la temática del paisaje. Enfocados desde sus inicios en esta visualidad, sus telas producen cierto extrañamiento e inquietante sentimiento en la mirada de los espectadores, pues una de las características del grupo es la experimentación técnica al interior del cuadro y la flexibilidad con que producen cada pintura.

Definir su estilo se torna muy complejo, la ambigüedad es un elemento que rodea todo su quehacer; en una primera lectura podemos pensar que estamos frente a obras de corte abstracto, sin embargo, la presencia en las composiciones de materia sólida nos confirma que las telas se insertan en el universo de lo figurativo. Los Serones juegan con nuestro intelecto, crean una pintura que nos invita a un viaje metafísico y surreal. Cada vez que aprecio uno de sus cuadros, recuerdo una declaración del pintor Daniel Richter hacia la obra de Peter Doig que plantea: «la naturaleza queda suspendida en una secuencia onírica sin narración cronológica, evoca la belleza de nuestra fugacidad; lo mundano resplandece con un brillo desconocido y efímero y, contemplado más de cerca, se desvanece en la luz, una creación de reflexión y deleite en la belleza humana».

En nuestra memoria individual podemos asimilar paisajes que navegan por las aguas de la utopía y la soledad y, por la búsqueda de un espacio íntimo en el que poder analizar nuestra subjetividad y sensibilidad. Frente a sus cuadros parecemos personas diminutas ante la majestuosidad de cada elemento insertado en la tela, todo es y al mismo tiempo parece una invitación a descifrar un mensaje que no tiene traducción. El público tiene la última palabra, solo él es capaz de convertir sus traumas y silencios en una realidad dibujada por los Serones.

Un aspecto que no debemos pasar por alto es el trabajo en serie, un factor que le permite a los dos indagar, explotar y experimentar al interior de cada obra. Nunca están conformes, doy fe de ello. Siempre quieren ir más allá de lo que ven y de lo que pueden hacer. Sus ambientes, únicos e irrepetibles, se presentan ante nuestros ojos como construcciones escenográficas nunca antes vistas; ellos, se han encargado de edificar su propio camino en el que color, luz, espacialidad y efectos de sombras y texturas sean el sedimento perfecto para la conformación de una estética personal.

En su travesía por el universo visual siempre se han cuestionado el estado actual de la pintura cubana realizada por jóvenes, por ello, vemos en sus lienzos un rompimiento con lo que producen el resto de los creadores insulares; pretenden, y lo están logrando, buscar nuevas alternativas para llenar un vacío en la manifestación.

Para hablar de los Serones, hay que conocerlos e indagar en un fragmento de su cotidianidad. Esto nos va a permitir comprender el porqué de sus producciones, ambos poseen un bagaje cultural inimaginable que les funciona para su proceso creativo. En su ADN está incluido el gusto por la cultura audiovisual, la música, los videojuegos, y el propio mundo de la plástica. Acercarnos a cada pigmento, a cada procedimiento es descubrir un universo diferente en el que están presentes simbologías y metáforas de grandes maestros como Fidelio Ponce de León, Stanley Kubrick, David Lynch, entre otros; un conjunto de figuras que han aportado a los Serones el buscar en el interior de los individuos, en crear escenas extrañas y confusas y en generar una visualidad estética que esté al día con las características y modelos a seguir por su generación.

«Modos de refuncionalización del paisaje, clara intención de experimentación y búsquedas, y que pretenden transitar por caminos opuestos a los del paisaje convencional o mimético…» son algunas palabras escritas por David Mateo a propósito de la exposición personal de los Serones en la galería La Acacia (agosto-septiembre, 2015). Aquí, los artistas presentaron al criterio del público la serie Hospederos, título de la muestra, la serie Neo-Posturas, y algunas piezas realizadas para la ocasión.

Hospederos, entonces, se torna en un grupo de obras que sintetizan gran parte de su creación, son cuatro años de trabajo que se exhiben y se convierten en evidencia de todo su quehacer formal y conceptual; entre ellos, y con David Mateo al mando, hicieron una selección de las piezas más efectivas, las que poseían un equilibrio estético listas para ser mostradas. En el espacio de la galería, encontramos toda una historia y metodología funcional que le otorga protagonismo al proceso mismo.

Serones, es sinónimo de actitud, de técnica, de sensibilidad, de experimentación. Serones, es una mirada otra hacia el paisaje, donde lo macro y lo micro, las texturas y las transparencias se vuelven un solo componente en el cuadro. Su visualidad está ligada con los sentimientos, con el universo sensorial que nos rodea; son dos artistas experimentales que se proponen desde el principio indagar en la mente de los espectadores, jugar con ellos y con su propio proceso de trabajo. Tienen ante la pintura una postura radical que los hace originales y que les permite expresar que todo es una simulación.

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