Stories (ES)

Mari Claudia García

La debilidad y la fuerza

Por Magaly Espinosa

La vida humana se comporta en pares excluyentes que son a su vez complementarios, quizás por eso la lógica de Hegel acompañó al pensamiento moderno y parece resurgir en el presente, a pesar de las discontinuidades que tocan cada día la existencia.

Mari Claudia García es una artista que se desplaza entre la fragilidad y la fuerza, eso se aprecia en el conjunto de su obra. Como ocurre con todos los opuestos, parecen ser cualidades que no pueden compartir un mismo cuerpo un gesto, o un destino, quizás valga recordar que por esos misterios de la creación, ellas fueron el centro de interés de uno de los grandes filmes de Andrei Tarkovski: Stalker.

Los objetos casi escultóricos recreados en la obra de Mari Claudia parten de su aspiración, como expresa, de apartarse de cualquier postura complaciente, y con ese propósito desde una estética mínimal, poner en interacción diferentes niveles de significado que convierten a objetos intrascendentes en poderosas metáforas muy ligadas al imaginario social.

Un objeto es conocido por su apariencia y su nombre, cambiar uno u otro, combinarlos o alterarlos, son recursos muy utilizados para concentrar contenidos y decir casi murmurando duras verdades que no se quieren escuchar. Esa estética es la forma frágil de la fuerza, y es un camino que con holgorios sigue recorriendo el arte cubano.

Las piezas que componen la serie Del consumo a la comunicación y viceversa se identifican por esa combinación de fragilidad y fuerza a través de diferentes niveles de significado. Tomemos, por ejemplo, la titulada Una llave que abre cualquier puerta es buena, pero una puerta que se abre con cualquier llave es mala, que consiste en un manojo de llaves iguales, pero solo una tiene inscrito el texto Happiness. El objeto mantiene intacto su aspecto e incluso se vislumbra en esa dirección su función utilitaria. La llave sigue siendo lo que su nombre designa, pero solo una nos lleva al principal destino de nuestra vida. Cada decisión que tomamos, el conjunto de nuestras acciones van en esa dirección, y la artista parece decirnos que llegar a ella requiere abrir muchas puertas que no siempre son las que conducen al deseado bien.

Los diferentes niveles de sentido en la obra le sirven para distribuir el mensaje, una mezcla de reflexión filosófica y sabiduría popular. Así entre texto, objeto físico y título, se establece un equilibrio que condensa significados no agotados en la presencia física del objeto.

En esa misma dirección la obra Objeto utilizado para coaccionar durante…, muestra una inscripción que se divide en dos objetos que presentan la forma de una manopla. El mismo versa: “Una voz clara no puede competir con una fuerte” El espectador sagaz percibe que la artista le está tendiendo una trampa, pues la lógica de una máxima siempre va en dirección a reafirmar los valores morales, aunque parece no ocurrir así con la que se nos presenta. La frase originaria proviene del pensador chino Confucio, que expresa: “Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque sea un simple murmullo”. Mari Claudia al alterarla la pone en sintonía con lo que la manopla significa, la fuerza física confirmada por la razón, pues el objeto carga consigo una frase que desvía cualquier ilusión de ser escuchado. La voz ha sido silenciada desde su misma posibilidad física. Se ha representado una escena de la victoria del poder sobre la sabiduría y entonces entran en juego tantos sentidos, entre ellos uno demostrado muchas veces: cómo puede ser aplastada la segunda por el primero, y a su pesar, esto no signifique un triunfo de la fuerza, sino una evidencia de su debilidad. (…)

Mari Claudia ha logrado cohesionar su creación desde un conjunto de procedimientos constructivos que utiliza de manera sistemática. Su poética no tiene la intención de restituir la obra aureática, sino destacar un juego semántico que conecta objetos en la tradición del ready made, con significados que complementan o pone en crisis el sentido del objeto.

Una de las observaciones personales de la artista gira en torno a que el contexto cubano no produce imágenes, sino sobre todo textos. Esta afirmación podría ser objeto de una larga reflexión, que ella deja a nuestra consideración, pero indiscutiblemente, en el nuevo arte cubano el texto es una presencia constante, un recurso continuo y un destino privilegiado de metáforas.

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