Stories (ES)

Nelson Jalil

Coffee and Cigarettes

Por María de Lourdes Mariño

Como en una película de Jim Jarmuch en la obra de Nelson Jalil prima un sentido de abandono y nulidad que convierte a los objetos cotidianos en nuestros más cercanos confidentes. Escenarios sin glamour ni elegancia, donde se amontona el trabajo por hacer y el tiempo que transcurre se mide entre cigarrillos, hojas sueltas y café. Su obra más reciente parece anunciarnos un universo carente de objetivos, conflictos y proyectos; universo en el cual la huella de la acción humana consiste en un “dejar pasar el tiempo”, en esperar sin un asomo de epifanías de lo cotidiano.

Mezclado con el “non sense” y ausente de todo dramatismo y gravedad, pareciera que sus objetos acaban de entablar una conversación absurda, o más bien, simplemente banal, en medio de la cual sus interlocutores se esfuerzan por mostrar las habilidades más inútiles. Papeles atados de ideas sin desarrollar, composiciones abstractas hechas de lápices de colores, acuarelas usadas y piedras engavetadas para quien se atreva a responder. Son pinturas que exhiben el alargamiento de un presente “sin presencia”. Alargamiento que supone una falta de continuidad temporal que anula el futuro tanto como el pasado, ejercicio de paciencia… Los objetos se extienden, y parece que se mueven en ausencia de alguna ley de gravedad que los ate al suelo.

Si en algún momento en la historia de los hombres fue la fábula (narraciones morales donde los animales encarnan estereotipos y actitudes humanas) un recurso habitual para entablar un diálogo sobre el propio hombre, en la modernidad pareciera que el espacio que antes ocuparon los animales ahora lo tienen estos objetos humanizados que describen una particular relación con el mundo. En el caso de Nelson Jalil la representación a través de la pintura constituye una herramienta principal a la hora de distinguir el carácter lúdico y contextual de este tipo de relación. Se trata de un conjunto de intercambios donde lo cotidiano se convierte en “simplemente ordinario”, o en lo que Georges Perec llama lo “infraordinario”, porque los objetos funcionan como la huella desdibujada de aquellas acciones pasadas o por venir. En “Ejercicio de Paciencia” (2014), la acción de fumar y metódicamente ordenar los cabos, y en “Una por cada respuesta” (2013), las piedras acumuladas.

En este caso, la cualidad de ordinario permite que cada uno de los objetos presentados en el lienzo conserven, por encima del carácter representacional que por sí mismo les confiere la pintura, su función primaria en tanto objetos que se encuentran bajo el dominio de la actividad del hombre. Es por ello que la ausencia física de presencia humana es sustituida, como antes decíamos, por la huella o residuo de la acción.

Sin embargo, el fenómeno es ligeramente distinto en las instalaciones u obras objetuales de Jalil, debido a la recontextualización del objeto en un nuevo escenario de significaciones arbitrarias, en las cuales el talento del artista a la hora de idear los títulos es una característica distintiva. Aquí ya no es la huella de la acción la que cualifica la obra, sino -en una mezcla de Dadá y Surrealismo pasando por los guiños de una comicidad muy post-, la azarosa asociación de medios vaciados de toda finalidad utilitaria o simbólica. Piezas como “Sin Dudas” (2014) y “Al heredero de todo esto” (2012), son testigo de la ligereza hilarante que se levanta como un escudo protector frente al vacío que ronda a nuestra generación. Por otra parte, el video “Una vez en la vida” (2014) -obra que comparte con Lester Álvarez-, y que se deriva de una instalación con el mismo objeto -un ataud recostado en una hamaca-, llega al climax más alto de sugestión y comicidad a la vez. Una metáfora perversa de nuestros más ocultos deseos.

Podríamos referirnos interminablemente a la ironía de los objetos de Nelson, su decir dentro de lo no dicho que se ha convertido en todo un artificio del discurso dentro del arte contemporáneo cubano. En su obra, el significado se alcanza a través de la astucia, recurso efectivo pero peligroso en la medida en que la originalidad del chiste puede convertirse en gag estudiado y repetido. No obstante, la profusión de objetos de Jalil guarda una distancia considerable frente a estos vicios del circuito. En obras como “Inside” (2014), se nos descubre una suerte de poética del objeto donde es posible encontrar esa diminuta sabiduría material que homogeniza lo “distinto” en una simple línea del horizonte. Son este tipo de soluciones inesperadas las que le han dado un giro a la concepción del objeto dentro de su pintura, para abrir, a través de sus búsquedas cotidianas, las posibilidades de significación dentro de su obra.

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