Stories (ES)

Ramón Williams

Ensayos de “arqueología contemporánea”

Por Sergio Fontanella

¿Qué cuenta una historia, más allá de una acción ejercida, de una huella dejada al paso, al devenir? ¿Cómo contarla si está destinada a la ambivalencia? Los espacios en su sentido más amplio, a través del lente fotográfico son testimonio de un proceso de mutación. Lo más significativo de ellos es aquello que al caminante habituado no le sorprende, mas de algún modo imperceptible le moldea y define. Los espacios, el espíritu definible de una época, el movimiento que subyace en un edificio que se construye o consume, la marcas que aparecen por la interacción con el hombre…excepto el hombre mismo representado por intencionada omisión, todo lo que atañe a su circunstancia puede ser motivo de una subjetividad y técnica fotográfica bien orientada y coherente en la observable gestación de un corpus creativo exigente y sugestivo.

La paradoja en el decursar más reciente dentro del continuum creativo de Ramón Williams se define por la descontextualización, la ficcionalización, la manipulación de ideas subyacentes en aspectos cotidianos que sin un contexto elemental tampoco existirían. Al hacer zoom in a una columna derruida inmersa en un contexto de ruina y decadencia (Torso) hay también un cambio de signo. El contenido se desplaza de la ruina a la contorsión estética. La columna derruida posee una corporeidad escultórica que sugiere la acción de un escultor cincelando la materia arenosa en convivencia con el cambio de los tiempos, y la manera en que los espacios se marginalizan y extravían su función originaria. Hay una inquietud propiamente plástica que se sumerge en las potencialidades intrínsecas de la forma, del volumen y su fuerza narrativa. Así como Época Elíptica investiga la textura propia del metal herrumbroso, con sus múltiples implicaciones, a la vez que la forma elíptica trae a colación la vecindad con lo divino. Símbolo y forma convergen, experimentando, también en piezas como Skin care and trace, Interview in Collins Ave # 6, Squash court part II, One and three yellows. Nótese que en los ejemplos citados el hedonismo instigando la forma y una subjetividad casi poética vienen a marcar una de las ambiciones más reconocibles dentro de la producción artística de Williams.

El texto constituye otro leitmotiv inspirador. A ratos hilarante, casi siempre irónico en títulos (El rollo gay; Good morning, ghosts!) e imagen, mayormente cuando constituyen un diálogo entre el artista y su composición. Desde otra perspectiva aborda el texto como parte de la imagen capturada. Una tipografía de disímil extracción que se plasma en una pared (Untitled (Beauty, Figura azul), un comercio, una valla publicitaria. Nada denota ingenuidad, pero tampoco certeza. Vemos entonces preguntas que se abren, historias que se sugieren, se ensayan sin agotarse. El matiz cuestionador, la sorna velada convida reflexiones de índole social e indefectiblemente humano. Los conceptos, apuntalados entre palabras, textos a modo de grafiti o restos de publicidad de cualquier tipo, interaccionan entre sí: decadencia, humor, gracia, desidia, cristalización de valores, inventiva, bilingüismo…cuando combinan sentidos producen ideas, tal vez el fin último de una estética que se acerca a su propia definición.

Ciertos aspectos en la producción de Ramón Williams tienden puentes más hacia el devenir del arte de post-guerra y de post-modernidad y sus irresolutas conspiraciones. Hay dos que particularmente encuentro interesantes y probablemente causen extrañeza al propio artista. De un lado Alberto Burri, y sus informalistas reclusiones en la materia, las texturas, la mancha y la huella, para encontrar esencias. Esencias de la más universal y atemporal de las ambiciones humanas, dejar una marca, perdurar. Tal idea o pretensión está también en la obra de Williams, el transcurrir y el dejar huellas para una “arqueología contemporánea” (Twelve traces) por parte de un sujeto que, sin embargo, es categóricamente excluido de la composición. Excluido en apariencia, porque precisamente en la omisión cobra fuerza la idea del sujeto, de la persona cuyo automóvil hace marcas que asemejan peces u otras criaturas que estimulan una fantasía procaz y urbana (Nap of the hollow giant, Ocho púrpuras, Darwin drawing I…). La idea que también cobrara fuerza, salvando diferencias de motivación e históricas en las pinturas “fotorrealistas” de Richard Estes, sus desolados paisajes urbanos causantes de inquietud y tensión.

El espacio físico en que se sitúa su lente es mayormente Miami y La Habana. Dos ciudades que dialogan y protagonizan no una sino diversas historias, que se reinventan y deconstruyen. En la sensibilidad de Williams hay fronteras que evidentemente se desdibujan. Así, sin descaracterizar en modo alguno todo el repertorio simbólico e histórico que acompañan a cada una -Miami y La Habana-, quien las vive y capta fragmentos susceptibles de mutar a planos fotográficos, es un habitante de ambos mundos por definición y de algún modo también credo. Este tal vez sea su diálogo más personal, que a su vez expresa preocupaciones y sensibilidades de una generación de cubanos clave en la comprensión del desdibujamiento y reinterpretación de nuevos mapas culturales basados en la emigración.

Ver más obras del artista