Stories (ES)

Reynier García

El diálogo con las huellas

Por Alfonso Quiñones

Reynier García es una realidad, está apostando al futuro. Su serie más seria se sale de los cánones vigentes. Sorprende por la profundidad de su propuesta. A tan temprana edad andar ‘manoseando’ cosas tan sagradas como la muerte, es algo sin lugar a dudas, por lo menos sobrecogedor. La valentía con que se enfrenta al tema, el modo en que interviene los sudarios, manipula los fluidos humanos, las huellas de lo que se llamó Vida en alguien que dejó de existir, y cuyo nombre desconoce y desconocemos, es un acto de valentía artística que lo debe marcar definitivamente.

He visto –aunque desde lejos- la evolución de Reynier García. Primero aquel, su debut individual en las paredes de la centenaria Academia de San Alejandro, con una serie de telas de grandes y medianos formatos, y un acento especial en los colores pasteles, donde dialogaba con líneas y colores en lo que era el regodeo de fotos satelitales de grandes autopistas y que en su caso se convertían en abstractos muy sugerentes. Un balbuceo que puede retornar en algún momento más adelante, con otras técnicas y soportes, cuando las posibilidades lo permitan.

Esa relación personal que establece con el arte hacen de Reynier, no obstante, un caso sui géneris. Hay una vocación de mártir en todo esto. O una muy especial relación Artista-Cuerpo-Arte como un haz, un solo concepto que va más allá de lo espiritual.

Celebro en Reynier su ímpetu juvenil, su respeto por el Arte, su entrega a una vocación que le acompañará hasta el final de sus días, no importan los años ni las dificultades, como Renoir y tantos otros, pero celebro su  tozudez y su insistencia en un tema que él desea llevar mucho más allá que adonde ha llegado. Con su serie “Sudarios”, Reynier García Perón se acerca en intención y profundidad, al menos comprendido Gunther von Hagens. Y aunque no llega tan lejos como intervenir los propios cuerpos, sí lo hace con las últimas huellas dejadas por el cuerpo de alguien cuyo nombre se perderá definitivamente cuando fallezca la última persona que le conoció en Vida.