Stories (ES)

José Yaque

Devenir

Por MATYAQUE

Seguimos experimentando la fascinación griega, antigua y todavía fascinante; inaprehensible, pero así, milagrosa por razonamiento.  Es la cuestión ante el cambio de las cosas, o el tema equivalente: ir siendo, llegando a ser. Es repasar el devenir del mundo y de nosotros en él.

Complace estar ante un río tempestuoso, por incuestionable que es su cualidad práctica, variable, caprichosa -si para representar el devenir, se le eligiera como imagen autoritaria-. Allí, el entendimiento se practica mejor, y se explican por analogía procesos del ser humano. Allí, naturalmente se producen obras. Quizás sea este el por qué del trabajo que ha estado realizando José Eduardo Yaque Llorente, desde hace algunos años, para quien el agua es origen e investigación.

El agua, por ser buen elemento, ha sido objeto precioso para la literatura y el arte. Continúa hoy, siendo elemento fundacional, en ceremonias de iniciación como en rituales dedicados a curar. La cercanía entre agua y ser vitaliza, constituye, pues el hombre es líquido de propensión, apenas se ha mudado y ya le sobreviene el siguiente desempeño.

Hemos notado que, aunque urgimos las ideas para dar piezas irrevocables, el hábitat del arte está amparado en su proceso: varias de sus obras mantienen el estado procesual, el llegar a ser, aún cuando tienen una aspecto definitivo.

98 porciento fue una video-instalación realizada en 2007: instalación conformada por un gran muro que bloqueaba el acceso en un pasillo, excepto por una pequeña apertura en el centro, por la cual podía pasar una persona a la vez. Encima -proyectado sobre esta apertura- el video con imagen y sonido del agua de un dique se hacía exclusivamente visible cuando una persona atravesaba la apertura para ir al otro lado.

En 2008 realizó otra instalación que reevaluaba la zona de márgenes de un río. Se tituló Horizonte de Sucesos, y consistió en habituar al espacio-galería de la Facultad de Artes Plásticas del (ISA), la materia que regularmente arrastran ríos urbanos, Quibú, Almendares, en este caso. De fragmentos naturales, y otros distintos, conforme a la civilización, se había formado esta materia, y homogénea al final, adecuada a la acción de la corriente. Lo que permaneció en la galería fue un escorzo asentado, maduro, de esta masa varada con frecuencia en la orilla del paisaje. Es muy posible que la obra haya excitado en los que fueron visitantes una conducta frágil o breve, pero asimismo compatible con el comportamiento del agua.

Septiembre del 2012: Yaque viajó Varsovia, para tomar parte de un programa de residencia organizada por la Galería Nacional de Polonia, Zacheta. La residencia tuvo lugar en el Centro de Arte Contemporáneo Ujaldosky Castle. La idea de este Programa de Residencias fue vivir y trabajar tres meses en esta ciudad, luego, consumar allí algún proyecto u exposición resultado de la experiencia. Así nació Wisla (nombre del río que atraviesa Varsovia), título de la exposición personal inaugurada en diciembre en Zacheta; formada por una serie de dibujos de gran formato, y un video de 25 minutos. Aquellos dibujos fueron desarrollados con la apetencia de ocupar el paisaje urbano, porque el paisaje era el argumento de la expedición, y la tentación fue presentar el mismo paisaje después de que, supuestamente, el río lo invadiese. Se reconocían en ellos a la ciudad de Varsovia. Según su paso, las huellas habían quedado clarísimas: entre los asientos de una estación de tren, atascada en las patas de los puentes, en los alrededores de la misma Galería Nacional, estaba el rastro en acuerdo a una inundación.

De esta experiencia en Varsovia, y más tarde en 2013, Londres, nace la exposición de pinturas monocromáticas Millennium Bridge expuesta en Cuba, Galería Servando Cabrera de La Habana, en octubre. Fueron cuadros de pequeño y me­diano formato, realizados con látex, tinta acrílica y nylon sobre lienzo, hechos a partir de fotografías que tomó en Varsovia y Londres, ciudades fundadas en márgenes de ríos. Esta vez, eran puentes los que retenían la materia de arrastre representada por una masa oscura y uniforme, materia semejante a lo que sí se convirtió en una instalación el pasado mes de diciembre del 2013, en el Museo Nacional de Bellas Artes. Actualmente, y hasta el mes de abril del 2014 estará expuesta esta pieza como parte un proyecto colectivo de intervenciones. Hacia la columna que está en la sala compartida entre los cuadros de los artistas cubanos, Amelia Peláez y Carlos Enrique, Yaque trajo una muestra de objetos fragmentados, que por esos días la rivera del Almendares empujaba. Estos, quedaron atrancados en la columna junto a un trozo de lo que fue Yayay del cutis (instalación previa del artista, hoy, devenida otra instalación).

Hay un momento en la pintura de Carlos Enrique, donde la estabilidad y fijeza de la imagen enfrentan su norma viviente; eso admite la agitación del color en el dibujo. Las formas están revueltas en la pintura, se transfigura e interviene en ella una causa natural, por eso es tan rico verla pasar de su posible formación ideal hacia la desenvoltura, activa totalmente, fortuita. Hasta este punto, la sala era perfecta para la siguiente pieza que, ya tiempo atrás, Yaque mantenía disimulada en obras primeras, podría decir celada. Ahora, el título no sería otro que Devenir, terminantemente. Se afianza un ciclo que ha retornado como una constante a sí mismo. Seguro que redunda en la afinidad del comportamiento del ser humano y su movimiento por el paisaje, porque a Yaque le importa fijarse en esta zona de juntura del hombre y el agua, y ha puesto confianza al acentuar la idea. El valora la libre faena de signo experimental. Esto es lo que corresponde a parte de su trabajo, donde la idea del devenir es cabeza de cuerpos diferentes, pero en concordia con ellos.

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