Stories (ES)

Reinier Luaces

Involución

Por Lisset Alonso Compte

Nunca una sonrisa, ni siquiera una leve, se vislumbra en el rostro de los grotescos seres que habitan el universo plástico desplegado por el joven artista villaclareño Reinier Luaces. Sus cuadros están lejos de la pintura lamida, dulzona o superficialmente agradable. Y no podría ser de otro modo: él, como Quevedo o Rabelais, ama demasiado a la humanidad para no atreverse a criticarla, a iluminar sus estratos menos atractivos. “El arte no es solo un modo de vivir, sino más bien un modo de pensar”, esta es la filosofía que rige su creación. Involución se convierte entonces en una quizás no del todo agradable excursión “detrás de la fachada”, a la cara oculta de ese pensamiento evolucionista que desde Darwin y August Comte nos fue impuesto por la vorágine “civilizatoria”.

Cabezas truncadas, rostros ausentes, taciturnos, despersonalizados; ojos entristecidos, apagados; y silencio, un silencio que lo invade y lo corrompe todo: de eso se componen los desgarradores cuadros de Luaces. Su pintura es un abrevadero de emociones, de sentimientos que revelan un acento fuertemente antropológico, una necesidad irrefrenable por plasmar las miserias, angustias y conflictos existenciales del ser humano. Aparentemente inocuos, sus personajes se presentan como testigos de la desidia que invade las sociedades contemporáneas. Han sido condenados a vivir bajo el hado de la soledad y el aislamiento. Son individuos enajenados, sufridos, que han perdido hasta la última de las utopías.

Pero no es “el drama del hombre” – genealogía que partiera de la vanguardia histórica y que se travistiera una y otra vez a lo largo de más de un siglo – el único protagonista de sus obras. Imbuido de una sensibilidad posmoderna que le permite reciclar lenguajes del pasado para hablar desde su presente, Luaces mezcla el expresionismo más desenfadado y gestual con un amplio repertorio de apropiaciones, en el que pueden advertirse operatorias que van desde el bad painting hasta un cierto ideal pictórico asiático. La pincelada suelta, vertiginosa, el grosor del empaste, el uso arbitrario y antojadizo del color lo colocan muy a tono con ese renovado giro pictórico que desde hace unos años comenzó a hacerse visible dentro de la más novel plástica cubana. Son ellos los que le confieren cariz contemporáneo a sus obras, y no precisamente los temas, estrategias discursivas o motivos de representación.

Sin importar si es un lienzo, un trozo de madera, o un viejo disco de vinilo, Involución es únicamente un botón de muestra del portentoso caudal creativo de Reinier Luaces, un artista que viene, como la mala yerba, abriéndose camino dentro del agitado panorama estético de esta convulsa y agitada ciudad. Así que aprovechen, quien sabe cuándo tendrán nuevamente nuestros sentidos la oportunidad de ser seducidos por las dramáticas entelequias de este desenfrenado creador.

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